José Gutiérrez-Solana.
José Romano Gutiérrez-Solana y Gutiérrez-Solana nació el 28
de febrero de 1886 en Madrid, España, y falleció el día 24 de junio de 1945 a
los 59 años en Madrid, España, conocido como José Gutiérrez-Solana, fue un
pintor, grabador y escritor expresionista español.
Nacido en Madrid durante el Carnaval de 1886, José Romano
Gutiérrez-Solana fue hijo de Manuela Josefa Gutiérrez-Solana, natural de
Arredondo, y José Tereso Gutiérrez-Solana (nacido en México y que tras heredar
regresó al solar de sus antepasados en España, donde se casó), que descendía de
Ogarrio, pueblos que luego aparecerían en su narración Florencio Cornejo. Al
parecer ciertos trágicos sucesos de su infancia marcaron su carácter y su obra,
llegando a ser conocido como "el pintor de la España negra".
Se inició en el dibujo con su tío José Díez Palma, catedrático de
dibujo en la Universidad de Salamanca. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de
San Fernando (1900-1904) y en 1906 obtuvo una mención honorífica en la
Exposición Nacional de Bellas Artes.
Entre 1909 y 1917, trasladados sus padres a Cantabria, el joven
Solana alternó su estancia entre Santander y Madrid haciendo frecuentes viajes
por las dos Castillas, La Mancha, Madrid, Aragón y Andalucía, tomando bocetos y
apuntes, aficionado a los carnavales, los cementerios, los hospitales, los
burdeles y, en Madrid, del ambiente del lúmpen del Rastro. Disfrutando del
dinero que le pasaba su padre, también toma lecciones de canto, acude al cine y
desarrolla una gran pasión por los toros (llegando a ser peón de la cuadrilla
del torero Bombé).
Se instala en Madrid a finales de 1917, donde además de frecuentar
bailes y merenderos, el Museo del Prado y el entonces solitario y destartalado
Museo Arqueológico Nacional se hace asiduo de las tertulias del Nuevo Café
Levante, donde alterna con personajes como Ramón María del Valle Inclán,
Ricardo Baroja, Julio Romero de Torres e Ignacio Zuloaga, y de la que en el
café de Pombo, preside Ramón Gómez de la Serna, donde conocerá a otros
pintores, escritores e intelectuales de la época, como Francisco Iturrino, los
hermanos Zubiaurre, Manuel Abril, Anselmo Miguel Nieto, José Bergamín, Tomás
Borrás, Salvador Bartolozzi y José Cabrero.
En ese periodo el pintor había comenzado a desarrollar su personal
estilo, nada académico y ajeno a las vanguardias. Su participación en la
tertulia de Pombo presidida por Ramón, darían como fruto el libro que el
literato le dedicó y al que correspondió el pintor con su cuadro Mis amigos
(1920), que se conserva en el Museo Reina Sofía de Madrid.
Gutiérrez Solana hizo una primera exposición en París (1928), que
resultó un fracaso. En otra a la que acudió Alfonso XIII, sus cuadros se
colgaron detrás de una puerta para que no incomodasen al monarca. Pero en 1936,
cuando comienza la Guerra Civil española, Solana es famoso y reconocido fuera y
dentro de España. Se traslada a Valencia y luego a París, donde publica París
(1938). En 1939 vuelve a Madrid, donde fallece el día de San Juan de 1945.
Su pintura refleja, como la de Darío de Regoyos y la de Ignacio
Zuloaga, una visión subjetiva, pesimista y degradada de la España de la
Generación del 98.
Fuera de la influencia que en él ejercen los pintores del
tenebrismo barroco, en especial Juan de Valdés Leal, tanto por su temática
lúgubre y desengañada como por las composiciones de acusado claroscuro, es
patente la influencia de las Pinturas negras de Francisco de Goya o del
romántico Eugenio Lucas. Su pintura es feísta y destaca la miseria de una
España sórdida y grotesca, mediante el uso de una pincelada densa y de trazo
grueso en la conformación de sus figuras. Su paleta tenebrista resalta el
oscurantismo de la España del momento. Su obra puede estructurarse en torno a
tres temas: las fiestas populares (El entierro de la sardina), los usos y
costumbres de España (La visita del obispo) y los retratos (1920, Mis amigos).
Su pintura, de gran carga social, intenta reflejar la atmósfera de
la España rural más degradada, de manera que los ambientes y escenarios de sus
cuadros son siempre arrabales atroces, escaparates con maniquíes o rastros y
ferias dignos de Valle-Inclán (por los que sentía especial predilección),
tabernas, "casas de dormir" y comedores de pobres, bailes populares,
corridas, coristas y cupletistas, puertos de pesca, crucifixiones, procesiones,
carnavales, gigantes y cabezudos, tertulias de botica o de sacristía, carros de
la carne, caballos famélicos, ciegos de los romances, "asilados
deformes", tullidos, prostíbulos, despachos atiborrados de objetos, rings
de boxeo, ejecuciones y osarios.
Trabaja también el grabado, generalmente al aguafuerte,
insistiendo en una técnica directa y más bien ruda, de trazos gruesos. Salvo
alguna rara excepción, los diseños repiten pinturas anteriores. Apenas publicó
alguna edición en vida; la tirada más importante se emitió en 1963, previamente
a la cancelación y depósito de las planchas en la Calcografía Nacional
(dependiente de la Academia de San Fernando).
Como escritor posee un estilo semejante, de grandes cualidades
descriptivas, vigoroso y enérgico, apropiado para la estampa costumbrista. Por
ello la mayoría de sus obras son libros de viajes. Sus escritos más importantes
son Madrid: escenas y costumbres (1913 y 1918, dos vols.), La España negra
(1920), Madrid callejero (1923) y Dos pueblos de Castilla (1925). También
escribió una novela, Florencio Cornejo, en 1926.
A veces utilizó fotografías ajenas como modelo para sus pinturas.
El ejemplo más claro se constata en su obra titulada Café cantante, que copia
casi literalmente el encuadre y parte de los personajes de la famosa fotografía
del mismo título de Emilio Beauchy, tomada hacia el año 1888 en Sevilla.
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